“Vivimos para trabajar, para pensar, para cambiar, eso es la vida”: Rodolfo Llinás.
Por: Arco Iris
El doctor Rodolfo Llinás es el colombiano con mayor posibilidad de ser Premio Nobel de Medicina. Es el actual jefe de neurociencia del Hospital de Nueva York y es uno de los médicos que más ha estudiado y que más sabe del cerebro en el mundo.
¿Será posible algún día hacer trasplantes de cerebro?
No, absolutamente imposible. Y no porque si a uno le trasplantan un cerebro, no le estén trasplantando un cerebro, que a alguien se le tomó de su cuerpo. Es que usted desaparece como tal cuando le quitan el cerebro para ponerle uno nuevo. Una mano o el corazón pueden trasplantarse, pero el cerebro, nunca. Si yo me quito mi cerebro y me pongo el suyo, ya no soy yo, sino que soy usted.
¿Es posible en el futuro descubrir una vacuna contra el Alzheimer y el mal de Parkinson?
Sí, no sólo una vacuna, hay muchos tratamientos, de eso he venido hablando últimamente. Eso ya es mucho más real, porque el Parkinson es una enfermedad degenerativa, y el Alzheimer es una enfermedad degenerativa. Trabajamos la proteína de una persona como antes experimentamos con el cerebro de un calamar. Ya conocemos el mecanismo de la enfermedad y la solución es muy factible.
¿Pronto o muy lejana todavía?
Creo que es probable que en los próximos diez años haya una solución, que pueda encontrarse la curación. Tenemos una droga que sirve aunque no es perfecta, y porque sirve es que ya uno tiene más o menos arrinconada la enfermedad.
¿Usted ha señalado la posibilidad de una especie de vacuna para incitar el amor?
Me han preguntado mucho sobre eso, ¡pero cómo voy a decir semejante cosa! No existen vacunas contra una situación de ese calibre. El amor no es una enfermedad, no es un virus, ¿entonces a quién se va a atacar? ¿Y entonces qué es el amor? Es un estado funcional del cerebro. Y las bases del sentimiento no las entiendo aunque sé dónde están.
Además de las drogas y el alcohol, ¿es cierto que ser negativo también deteriora el cerebro? Es decir: ¿es dañino ser pesimista o amargado?
Ser pesimista o amargado es un estado del cerebro. No se puede ser triste sin cerebro. Entonces usted me pregunta si el estado general de la tristeza o la amargura deterioran el cerebro. Yo le diría que no, porque el cerebro ya está dañado: por eso es que está triste todo el tiempo, son funciones del cerebro que han evolucionado. Cuando uno está feliz es porque está relacionado con algo bueno. Es conveniente hacer cosas que le mejoren a uno la vida. Es importante la capacidad de reproducirse, la sensación de no sentir dolor. Aunque parezca obvio, generalmente uno se siente bien cuando deja de sentirse mal. Después de un dolor de cabeza, yo me siento fantástico porque ya no tengo dolor de cabeza.
¿A qué edad es más importante en el cerebro la educación?
La educación debe hacerse tan tempranamente como sea posible. A los niños hay que enseñarles a pensar, a que generen sus propias soluciones. Hay que enseñarles a que entiendan, pues el saber se pierde. ¿Acaso usted recuerda los afluentes del Caquetá? ¿Los estudió? Es inmensa la cantidad de cosas que aprendimos pero que no sabemos porque no tuvieron contexto. En la educación le queman a uno el cerebro. A los niños hay que enseñarles a pensar, es decir, enseñarles en contexto.
¿Se podrá llegar a leer alguna vez la mente humana, la de los demás?
Sí, ya lo hablamos: cableándolo, o con estímulos. Una vez trabajé en París y teníamos que llegar por la noche y el celador cerraba con llave, y entonces debíamos timbrar, y el celador nos echaba unas vaciadas tremendas: que ya estaba en la cama, que qué desgracia, y escupía y gritaba. Entonces dije: Vamos a hacer un experimento interesante: le llevamos una botella de vino. Entonces el celador cambió y cada noche nos recibía como a unos príncipes. Le cambiamos el modo de pensar, pues cambiar la manera de pensar es de lo más pendejo que hay! Ahora: que la gente se lo deje cambiar, es otro asunto, pues hay cosas que no son negociables. Es muy difícil, por ejemplo, convencer a otro para que mate a su mamá, aunque alguien existirá que lo haría muy fácilmente
Usted, que ha estudiado el cerebro, ¿cree que el suyo funciona mejor ahora que cuando era joven?
Mucho mejor cuando era joven. Lo que pasa es que ahora sé más. Bien se dice que el diablo sabe más por viejo que por diablo. El ideal es que yo pudiera tener el cerebro joven sabiendo todo lo que sé ahora. Si al cerebro le quitamos el conocimiento, sería botar a la basura un gran capital que me ha costado tanto trabajo.
¿Existe alguna fórmula para mejorar el cerebro?
Hay muchísimas. La principal: úselo. Si uno no usa el cerebro, éste se atrofia, como los músculos y como todo lo demás. Por ejemplo, no se meta esas borracheras espantosas ni consuma drogas. A mí me preguntan que si he consumido drogas. No he tomado droga de ninguna especie, lo máximo que me he tomado es un vino, drogas no, porque no me interesa, porque si yo veo los colores muy bien y no quiero que sean más claros, pues no me interesa. Esas gentes que se están metiendo ese tipo de drogas, ¡qué horror!, van a tener el cerebro podrido cuando tengan sesenta años, si es que llegan a los sesenta.
¿Se puede afirmar que algunas personas tienen el cerebro tan poderoso como para dominar a otras?
Es una buena pregunta sobre lo que es un cerebro poderoso. Si uno mira los animales, hay unos que son animales Alfa, líderes, y eso quiere decir que piensan un poco más rápido, que ven mejor, que oyen mejor, que para ciertas cosas son mucho mejores. Entonces todos los siguen. Una persona que realmente es un líder puede hacer las cosas mejor. Mire usted la importancia del liderazgo en las fuerzas armadas. El liderazgo es importantísimo, pero no es que sea más fuerte el cerebro. De pronto sí piensa mejor. Entonces cambie la pregunta: Si uno tiene un cerebro que piensa mejor, ¿puede convencer a las personas? Pues claro, ese es el concierto humano.
¿Qué opina de tantos negociantes que ofrecen vitaminas y medicinas para el cerebro?
Que quieren plata. La gente vende porquerías por plata, desde el principio de la vida. Es como el cuento de los tres judíos que están en un tren y llega un ruso y les pregunta: ¿Ustedes por qué son tan inteligentes?, y le contestan: Es que nosotros comemos cerebro de pescado, y si nos paga por estas cabezas, se las vendemos. El ruso se las come y piensa que de inmediato se va a poner más inteligente. Al rato regresa y dice: Pues me comí el cerebro de los pescados y nada; yo creo que eso no sirve. Entonces los judíos le responden: Le sirvió para que se diera cuenta de algo de lo que antes no se había dado cuenta: de que eso no sirve. ¡O sea que su cerebro empezó a funcionar!
Usted dijo que la plata es importante pero que el negocio es la vida…
Lo que dije es que el negociar, la capacidad de interactuar socialmente, es sumamente importante porque somos animales sociales. La plata es una manera muy sencilla de facilitar los negocios. Uno puede hacer una pregunta muy sencilla que yo le hago a la gente: ¿Cuánta plata tengo que darle para que me deje matarlo? Y responden: “¡Cómo así!”. El dinero es una metodología para mejorar ciertas cosas, pero no es la vida.
En esa perspectiva, ¿cómo explica usted la muerte? ¿Tanto luchar para morirse?
Es que si no quiere luchar, pues no luche. Pero si alguien no lucha, entonces no entendió la vida. La vida no es para que le paguen a uno para trabajar, qué cosa tan triste. Y si cree que el trabajo es para burros, si cree eso, fue que le dañaron el cerebro. Vivimos para trabajar, para pensar, para cambiar, eso es la vida.
¿Entonces usted no le tiene miedo a la muerte?
¡Pero cómo voy a tenerle miedo a la muerte! Qué le voy a tener miedo a la muerte si nunca voy a conocerla. La única muerte que yo no voy a conocer es la mía. La muerte para mí no existe. De todas maneras me voy a morir. Yo les digo a mis estudiantes: Estar vivo es sumamente peligroso; si no quiere peligro, muérase, porque a los muertos no les pasa nada.
¿Usted sueña?
Sí, con detalles y con sonidos y colores. Sueño en colores, oigo a las personas y le hablo a la gente en todos los idiomas, y pasan toda clase de situaciones, pasan cosas interesantes y la mayoría de ellas son verdad.
¿Cómo puede mejorarse la memoria?
La memoria es un estado funcional del cerebro. Si usted me pregunta cómo determina la masa muscular la fuerza, le respondo que la fuerza es la masa muscular. Haga ejercicio. Venden productos que pueden mejorar la memoria, como programas de computadora, y sudokus, y no solamente eso: viva más. Esos aparatitos son buenos y fuerzan a la gente a utilizar la memoria. A mí me dicen: Usted dejó de hablar castellano durante veinte años, ¿y cómo es que no se le olvidó? Pues es que si yo hablo el castellano y sueño en castellano, ¿cómo se me va a olvidar?
¿Los humanos tenemos el mismo cerebro o hay diferencias entre razas, entre hombre y mujer, entre ricos y pobres…?
La similitud de los cerebros es como la de la nariz: todas las personas la tienen, pero no hay dos iguales. El cerebro es el mismo para todos, pero se diferencia en la organización de los circuitos, que se da al azar; aquí la variabilidad es infinita. Hay personas con mayor capacidad para ver los colores, para interpretar música o para ser parlanchinas… Y eso depende de las propiedades intrínsecas de las neuronas, no del color de la piel o del tamaño del bolsillo.
¿Qué nos hace distintos entonces?
Una neurona es como una maraca que suena por su lado, y nunca deja de sonar. Frente a un estímulo externo, o de manera automática, todas las neuronas entran en un estado de ‘maraquismo’ y suenan a la par, después vuelve cada una a lo suyo… Esa capacidad para cambiar sus ritmos es distinta. Eso nos hace diferentes, pero la gente tiende a exagerar esas diferencias.
En definitiva, ¿qué es el amor?
Es un estado funcional, como una golosina, y los enamorados son golosos (“que me ame, que me ame”). Eso hace que se sienta rico y que se activen los sistemas de gratificación. Por eso gusta. Claro, eso es indistinto de lo que se ame o a quién se ame. Amar la plata o a alguien del mismo sexo es, funcionalmente, la misma vaina. Eso sí, nunca es demasiado, nadie se muere por exceso de amor. No es como la epilepsia.
¿Y el amor a primera vista?
Funciona como en el cerebro de los pájaros: el patrón de acción fijo estaba activado, disponible y listo cuando apareció la persona que le gustó, y listo.
¿Y el amor eterno?
Ese es de inteligentes que estructuran y modulan los patrones de acción fijos sobre la base de ver al otro como la mano de uno. Cuidarla es mi responsabilidad y viceversa. Saber que no habrá puñalada trapera es la norma. ¡Nunca, primero me matan tres veces! Esa es la clave neuronal del amor eterno, la que mantiene el estado funcional activo y bloquea cualquier cosa que le sea contraria. Es una calidad de estado mental. Si se entiende, no hay otra posibilidad que amar al otro; en cambio, querer acostarse con otro y pasarla rico no es amor. Amor es compromiso y cerebralmente está en el cerebro truhán, porque con él se interactúa y se avanza, con las tetas no. Amar es cerebralmente un baile y hay que bailar con el que pueda danzar con el cerebro de uno. Amar es bailar, no hacer gimnasia. Encontrar eso es muy difícil; hallarlo es un tesoro.
¿Qué es la inteligencia?
Cerebralmente es la capacidad de abstraer para simplificar y actuar sobre esa simplificación. Cerebralmente está entre un oído y el otro, es decir en todas partes… Y claro, existen diferentes tipos de inteligencia.
¿El subdesarrollo es un patrón cerebral?
El país puede estar subdesarrollado, pero yo no. Eso no es contagioso. Ah, no hay cerebros subdesarrollados.
Se dice que solo usamos el 10 por ciento del cerebro…
Esa es una forma estúpida de pensar. Lo usamos todo y nunca se detiene. El cerebro actúa todo siempre; lo que sí sucede es que unas funciones se inactivan para que otras puedan marchar. Eso es necesario.
¿Las nuevas generaciones serán más inteligentes?
No hablen caca…
¿Cómo define a una persona inteligente?
La que es capaz de poner en contexto el mundo externo.
¿Se puede ejercitar el cerebro?
Sí, la labor intelectual genera más labor intelectual…
¿Quién es genio?
Aquél al que no le cuesta trabajo.
¿Y nace o se hace?
Nace con patrones cerebrales específicos: por ejemplo, el que es buen matemático, no es bueno bailando; el que es bueno pintando, se puede enredar haciendo una cuenta.
¿Por qué los científicos no son políticos?
Porque la política es un arte, no una ciencia.
¿Cree que este país debe seguir siendo manejado por esos artistas?
Desgraciadamente no hay más remedio.
¿Tenemos buenos artistas de la política?
No son artistas de la política pura. La mayoría son fracasados de otras disciplinas.
¿Por qué usted pudo y otros no?
Por suerte. Sea lo que sea, no me hice a mí mismo. Si en el momento en que uno nace las narices grandes son favorables, y uno viene con ellas, ¡de buenas! El valor que uno tiene es el problema de los demás, uno no se juzga, lo juzgan los demás.
¿Cómo se sentiría si mañana encuentra la cura de una enfermedad?
¡Colombianísimo!
Llinás: "Un ciego me enseñó a ver"
El neurocientífico colombiano recuerda al abuelo que siempre supo alimentar su curiosidad e imaginación.
Por: Lisbeth Fog / Especial Para El Espectador
Con un abuelo como el que tuvo el científico Rodolfo Llinás podían pasar dos cosas: que tuviera la paciencia para responder inteligente y muy detalladamente a las preguntas de su nieto de 4 años, o que con una corta respuesta lo estimulara a pensar cuáles podían ser las posibles respuestas.
Papaíto, como llamaba Llinás a su abuelo Pablo Antonio Llinás Manotas, era psiquiatra y profesor de medicina; la relojería era su pasatiempo, pero su pedagogía fue vital para ‘formar’ a ese nieto.
Fue él quien le enseñó a leer, cuando, abatido, regresó de su primer día de colegio. Le habían puesto una figura y una leyenda enfrente y le preguntaron: ¿qué dice aquí? Llinás interpretó la figura y soltó una frase. Al ver que no correspondía con lo que estaba escrito, la profesora llegó a la conclusión de que este nuevo alumno no sabía leer. A Llinás no le gustó esa conclusión. Al regreso a casa le contó el episodio a su abuelo paterno.
Con la paciencia de un relojero, Papaíto explicó paso a paso la mecánica de la lectura, y le dijo algo así como “son 27 letras las que tiene el alfabeto, que son estos garabatos que ves aquí, cada una representa un sonido, y puedes mezclarlas de muchas formas para poder hacer palabras”. ¿Pero por qué dices “eme” si realmente suena “m”? Preguntas iban y venían, las respuestas llegaban con explicaciones detalladas y Llinás aprendió esa tarde las bases de la lectura.
Quizá las preguntas eran las mismas que puede hacerse un niño que está empezando a vivir. La infaltable ¿cómo vuelan los aviones? la resolvió el abuelo simulando el movimiento de las alas con un cuchillo, probablemente untado de mantequilla a la hora del desayuno.
O el mecanismo por medio del cual hay puertas que se cierran automáticamente, como las que por lo general separan —o unen— el comedor con la cocina. En esta ocasión el abuelo le dio una respuesta que no convenció del todo a su nieto Rodolfo. Así que se fue hasta la puerta, desbarató el mecanismo y llegó él con la respuesta donde su abuelo.
Así transcurrieron largas jornadas y conversaciones entre los inseparables abuelo y nieto. Pero el gran Papaíto murió. Llinás creció, se graduó de bachiller e inició estudios de medicina en la Javeriana.
En clase de psiquiatría quiso saber si los ciegos tenían la capacidad de soñar. Más que a su profesor, resolvió visitar a un ciego de nacimiento y preguntárselo a él mismo. Le describió perfectamente su entorno, dónde estaban colocados los muebles, cómo eran, de qué material, cómo era su recorrido hacia el comedor, cómo le llegaba el sol a su piel cuando atravesaba el corredor con marquesina. “Era como si lo estuviera viendo”, me cuenta Llinás, al calor de un cafecito que compartimos con un postre y dos cucharas. “Nuestra visión es una interpretación: si cierro los ojos y veo un objeto, estoy haciendo algo muy similar a ver sin los ojos”, continúa. “Un ciego sí sueña”, concluye.
Su abuelo le enseñó a pensar, pero “un ciego me enseñó a ver”, dice, abriendo aún más sus grandes ojos azules.
Doctor Llinás, ¿qué son el cerebro, Dios y el amor?
El científico colombiano asegura que hoy ve a los colombianos con más ganas de sobrevivir.
Cada vez que visita el país, a Rodolfo Llinás se lo ve rodeado de una pequeña tempestad de gente que lo reconoce como uno de sus más grandes investigadores.
De ese séquito que no le da un respiro hacen parte estudiantes, artistas, políticos, admiradores, funcionarios y, sí, uno que otro lagarto que se muere por una foto con él. Y Llinás responde en su tono acachacado con frases amables en las que, curiosamente, siempre falta algo: el nombre de las personas.
"Es que sufro de anomia", confiesa en tono confidencial uno de los neurocientíficos más reconocidos del mundo, hoy a cargo de la jefatura de ciencias de la Universidad de Nueva York.
"Reconozco a las personas, su vida y milagros, por sus caras, pero nunca me acuerdo de los nombres", dice. Y para dejar bien claro el alcance de su condición, cuenta que hace ya casi 50 años, en Australia, tuvo que preguntarle a su novia cómo se llamaba para poder presentársela a uno de sus maestros.
Volvió a Bogotá para asistir a la inauguración de la sala 'Movimiento: la energía del pensamiento', en Maloka. Con un reconocible sentimiento positivo Llinás asegura que "hoy veo a los colombianos con más ganas de sobrevivir".
¿Los humanos tenemos el mismo cerebro o hay diferencias entre razas, entre hombre y mujer, entre ricos y pobres...?
La similitud de los cerebros es como la de la nariz: todas las personas la tienen, pero no hay dos iguales. El cerebro es el mismo para todos, pero se diferencia en la organización de los circuitos, que se da al azar; aquí la variabilidad es infinita. Hay personas con mayor capacidad para ver los colores, para interpretar música o para ser parlanchinas... Y eso depende de las propiedades intrínsecas de las neuronas, no del color de la piel o del tamaño del bolsillo.
¿Qué nos hace distintos entonces?
Una neurona es como una maraca que suena por su lado, y nunca deja de sonar. Frente a un estímulo externo, o de manera automática, todas las neuronas entran en un estado de 'maraquismo' y suenan a la par, después vuelve cada una a lo suyo... Esa capacidad para cambiar sus ritmos es distinta. Eso nos hace diferentes, pero la gente tiende a exagerar esas diferencias.
¿Para qué las exageramos?
Para sentir que los Rodríguez, son distintos a lo Pérez. Ese tiene las uñas largas y yo las tengo redondas. Eso es importantísimo en los humanos para la supervivencia, porque hay mayor variedad y eso garantiza mayores posibilidades de evolucionar.
¿Qué es la conciencia y donde está?
Es un estado funcional del cerebro, que está en continuo movimiento y donde los valores y las implicaciones de lo que se está pensando forman parte de las mismas cosas. Yo veo una línea azul y puedo decir al mismo tiempo "qué color tan feo". Por supuesto que esto no tiene un lugar específico en el cerebro, está disperso en él.
¿Qué son cerebralmente los valores?
Son patrones de acción fijos que nos impulsan a actuar por un proceso de negociación que se hace desde que se nace. Le pegaron a él y a mí no. Él debe ser culpable...
¿En qué parte del cerebro se elaboran el amor y las emociones?
El cerebro emocional es muy viejo. Es el cerebro truhán, el de los reptiles, donde no existen más que patrones de acción fijos; por eso ellos se acercan o se van si quieren comida; atacan si quieren defenderse, y tienen sexo si quieren reproducirse. Así mismo es el amor...
Si es tan simple, ¿entonces por qué se le da tanta importancia?
Porque el sexo, que es vital para la reproducción, está involucrado. En el afán de controlarlo, por razones sociales, se ha modulado ese patrón cerebral de acción fijo al punto de convertirlo en algo vital para todos.
En definitiva, ¿qué es el amor?
Es un estado funcional, como una golosina, y los enamorados son golosos ("que me ame, que me ame"). Eso hace que se sienta rico y que se activen los sistemas de gratificación. Por eso gusta. Claro, eso es indistinto de lo que se ame o a quién se ame. Amar la plata o a alguien del mismo sexo es, funcionalmente, la misma vaina. Eso sí, nunca es demasiado, nadie se muere por exceso de amor. No es como la epilepsia.
¿Y el odio y la envidia?
Son estados funcionales automáticos de los núcleos de la base del cerebro.Como todos los pecados capitales, no son negociables: el señor se enamoró y, como el que se va de rabo, no hay nada que hacer. Ahora, como todos los patrones de acción fijos, se pueden modular con otros. Por ejemplo, en el caso de la señora que ama a su marido y luego lo odia por infiel, hay un cambio de patrón de acción fijo, que era el amor, por otro, que es el odio... ¡Simple!
¿Y el amor a primera vista?
Funciona como en el cerebro de los pájaros: el patrón de acción fijo estaba activado, disponible y listo cuando apareció la persona que le gustó, y listo.
¿Y el amor eterno?
Ese es de inteligentes que estructuran y modulan los patrones de acción fijos sobre la base de ver al otro como la mano de uno. Cuidarla es mi responsabilidad y viceversa. Saber que no habrá puñalada trapera es la norma. ¡Nunca, primero me matan tres veces! Esa es la clave neuronal del amor eterno, la que mantiene el estado funcional activo y bloquea cualquier cosa que le sea contraria. Es una calidad de estado mental. Si se entiende no hay otra posibilidad que amar al otro; en cambio, querer acostarse con otro y pasarla rico no es amor. Amor es compromiso y cerebralmente está en el cerebro truhán. Uno no se enamora de una mujer porque tiene unas tetas buenísimas, uno se enamora de su cerebro, porque con él se interactúa y se avanza, con las tetas no. Amar es cerebralmente un baile y hay que bailar con el que pueda danzar con el cerebro de uno. Amar es bailar, no hacer gimnasia. Encontrar eso es muy difícil; hallarlo es un tesoro.
¿Cerebralmente qué es Dios?
Es un invento del hombre. Y como todos los inventos humanos, se parece a él. Dios tiene dos razones de ser: a los inteligentes les sirve para gobernar a los demás y a los menos inteligentes para pedirle favores. A todos para explicar lo que no entendemos de la naturaleza. Es una lógica de un primitivismo náuseo.
¿Qué es la inteligencia?
Cerebralmente es la capacidad de abstraer para simplificar y actuar sobre esa simplificación. Cerebralmente está entre un oído y el otro, es decir en todas partes... Y claro, existen diferentes tipos de inteligencia.
¿Qué es un tipo malo, neuronalmente?
Esa no es una condición cerebral, es una condición social. Los ladrones y asesinos son sociales: ¿Por qué roba? "Por mis hijos, los ladrones son ustedes, porque me quitan y luego me castigan por querer recuperarlo".
¿El subdesarrollo es un patrón cerebral?
El país puede estar subdesarrollado, pero yo no. Eso no es contagioso. Ah, no hay cerebros subdesarrollados.
Se dice que solo usamos el 10 por ciento del cerebro...
Esa es una forma estúpida de pensar. Lo usamos todo y nunca se detiene.El cerebro actúa todo siempre; lo que sí sucede es que unas funciones se inactivan para que otras puedan marchar. Eso es necesario.
¿Las nuevas generaciones serán más inteligentes?
No hablen caca...
¿Cómo define a una persona inteligente?
La que es capaz de poner en contexto el mundo externo.
¿Se puede ejercitar el cerebro?
Sí, la labor intelectual genera más labor intelectual...
¿Quién es genio?
Aquél al que no le cuesta trabajo.
¿Y nace o se hace?
Nace con patrones cerebrales específicos: por ejemplo, el que es buen matemático, no es bueno bailando; el que es bueno pintando, se puede enredar haciendo una cuenta.
¿Por qué los científicos no son políticos?
Porque la política es un arte, no una ciencia.
¿Cree que este país debe seguir siendo manejado por esos artistas?
Desgraciadamente no hay más remedio.
¿Tenemos buenos artistas de la política?
No son artistas de la política pura. La mayoría son fracasados de otras disciplinas.
¿Por qué usted pudo y otros no?
Por suerte. Sea lo que sea, no me hice a mí mismo. Si en el momento en que uno nace las narices grandes son favorables, y uno viene con ellas, ¡de buenas! El valor que uno tiene es el problema de los demás, uno no se juzga, lo juzgan los demás.
¿Cómo se sentiría si mañana encuentra la cura de una enfermedad?
¡Colombianísimo!
Usted es un referente, de los pocos para el país. ¿Qué le significa eso?
Una cantidad de entrevistas como ésta, la cosa más jodida...
CARLOS F. FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO
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